jueves, 28 de marzo de 2013

Ice Skating

Desde que probé el patinaje sobre hielo (me encanta, me encanta, me encanta), decidí que cuando tuviera hijos les apuntaría a aprender desde pequeños para que pudieran hacer esas cosas estupendísimas que hacían los hijos de otros y yo era incapaz de hacer.
Sí, ya sé que no se debe trasmitir a los hijos las frustraciones de los padres, y que quizá el grandullón prefiera el fútbol y la canija el baloncesto, pero... ¿podemos hacer una excepción con el patinaje sobre hielo, por favor??? por favor, por favor?
Dejé las clases en Madrid durante el embarazo del grandullón. Luego lo retomé brevemente pero resultó difícil compaginar los horarios. Y decidí que lo retomaría cuando pudiéramos ir juntos (cuando el grandullón tuviera 5 años que es la edad mínima en las clases a las que yo asistía).
Pero resulta que aquí, en San Francisco, pueden empezar a los 3 años. Y, para suerte nuestra (o mía), había hueco en una clase de "Parent & Me" aunque el curso ya estaba empezado. Así que, convencí al grandullón para probarlo. Le enseñé vídeos de niños patinando, de patinadores adultos impresionantes, incluso de snoopy patinando (no es nada fácil convencer al grandullón de apuntarse a absolutamente nada que no sea jugar a su aire).
Y, lo más importante de todo, el jet lag nos respetó un ratito.

Él estaba muy seguro de sí mismo mientras esperábamos a su padre para que se quedara con la canija durante la clase. Me contaba que iba a dar muchas vueltas muy rápido y que no iba a poder pillarle. Hasta que entró en la pista y comprobó lo mucho que resbalaba el hielo. Nada más entrar se quedó, literalmente, colgado de mi brazo en el aire. Y se pasó casi toda la clase en el suelo comiendo hielo (fué lo que más le gustó).
Más o menos así transcurrió la clase:


Pero... aprendió a levantarse él solito y a dar unos cuantos pasos (sin deslizarse, eso sí) hasta las caritas sonrientes que la profesora pintaba en el hielo. En fin, que a mí me parece que, cuando se esforzaba, conseguía hacerlo muy bien. Lo malo es eso precisamente, conseguir que quiera esforzarse...
Y la profesora también le felicitó (aunque, claro, ella tenía interés en que repitiéramos, no sé si cuenta).

Al acabar la clase teníamos que decidir si nos apuntábamos al resto de la "serie" de clases o no. Más o menos esta fue la conversación que tuvimos:

Yo:              Bueno, entonces nos apuntamos para venir más días, ¿verdad?
Grandullón:  No, yo no quiero venir más días, que no me gusta caerme y hacerme daño.
Yo:              Pero cuando aprendas ya no te vas a caer. Mira, mira cómo lo hago yo porque aprendí.
Grandullón:  Ya, pero yo me caigo y me hago daño en el culo. Duele mucho.
Yo:              ¡Jo! Pero si somos un equipo. Si tu no vienes, ¿con quién vengo yo?
Grandullón:  Pues con papá.
Yo:              Papá no sabe patinar. Se cae más que tu. Yo quiero venir contigo, que me ha gustado mucho.
Grandullón:  Pero es que me caigo y me hago mucho daño (y dale con que se cae; la fama cuesta, chiquillo!!!)
Yo:              Bueno, pero vamos a probar un poco más. Ya verás como pronto dejas de caerte tanto. Además, mira, hay un tiovivo a la entrada. Podemos montarnos en él antes de las clases.
Grandullón:   ¿Sí? ¿Antes de toooodas las clases?
Yo:               Sí, antes de tooodas, para coger fuerzas.
Grandullón:   ¿Y también después para que se me cure el culo? (abusando ya...)
Yo:               No, después no que ya está cerrado, sólo antes.
Grandullón:   Bueeeeno, pues vale.

Así que, nos hemos apuntado a lo que queda de curso. Ya sé que no es la mejor forma de conseguirlo, pero bueno. ¡¡¡Seguro que al acabar el curso le encanta!!!


3 comentarios:

  1. Pobrecito! Al principio tiene que ser dificil pero en cuanto coja practica seguro que le encanta...
    Un beso.

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  2. Ay qe chantajista de mama tiene mi primitooooo!!!!

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  3. ¡Me encanta!, ¡cómo me divierto con tu blog!

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