lunes, 15 de abril de 2013

House Hunting - Capítulo II

Después de muchos días viendo pisos, creo que hemos pasado por muchas de las fases por las que supongo que pasa casi cualquiera que practique el house hunting en SF:

- Hemos ido a varias "Open House". El dueño (o el agente que lo gestione) lo anuncia y un día durante unas horas concretas, deja abierta la puerta de la casa y el que quiera puede entrar a verla.
- Hemos descubierto que las casas victorianas son muy monas por fuera pero, por dentro, son cuevas: largas, estrechas y oscuras. Adiós a mi sueño de vivir en una de estas estos años.
- Hemos sido testigos de cómo los pisos que merecen la pena desaparecen en cuestión de minutos: Van, los ven y sacan el cheque para pagar el depósito. Si tu has entrado 10 minutos más tarde... ¡ah!, ¡se siente!
- Nos hemos decepcionado mucho al ver que un piso que se anunciaba como tres habitaciones, tenía la lavadora y la secadora en lo que se suponía que era una de ellas.

- Nos hemos enamorado de un piso (tres dormitorios, lavadora, mucha luz, jardín, terrazas, unos 170m2...) y no nos han querido como inquilinos. Esto, teniendo en cuenta que contamos con una agente que se encarga de convencer a todos de lo buenos inquilinos que seríamos, no son muy buenas noticias. Suponemos que al dueño de 70 años que vivía encima del piso que alquilaba, no le gustó mucho la idea de tener niños debajo. Especialmente, después de ver al grandullón correr por todo el piso escondiéndose en todos los armarios que encontraba.
- Hemos pagado $30 (cada uno) para solicitar que nos consideraran como candidatos a inquilinos. Y no, no es que pretendiéramos sobornar a nadie. Aquí, es frecuente que te cobren sólo por considerar tu solicitud.

Así, llegamos al fin de semana pasado hartos de la situación. Pero comprendí que estábamos cerca de encontrar algo tras una conversación con el papi que transcurrió más o menos así:

Papi:  ¿Qué tal estaba el piso que has ido a ver hoy?
Yo:    Bueno, era muy grande. Y estaba reformado, bastante nuevo. Pero todas las habitaciones tenían ventanas que daban a un muro. Las paredes de las casas de los lados estaban a unos 20 cm.
Papi:  Bueno, pero las habitaciones las usamos sólo para dormir, no necesitamos que haya luz. ¿El salón estaba bien? ¿Pueden los niños jugar ahí?
Yo:     Sí, el salón no estaba mal. Además, para ventilar sí servían las ventanas. Bueno, creo... habría que confirmar que se pueden abrir.

Y en este estado psicológico comenzamos el que habíamos decidido que sería nuestro último fin de semana de búsqueda. El lunes teníamos que tener casa.

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